Sevilla ha contado con diversos recintos amurallados a lo largo de su historia. Sabemos que la ciudad se amuralló ya en época romana, aunque de esas primitivas murallas no ha llegado prácticamente nada hasta nuestros días. Los lienzos que aún podemos ver hoy en algunas zonas de la ciudad se corresponden con la refortificación de la ciudad acometida en el último período de dominación musulmana (XII-XIII). 

Entre almorávides y almohades levantaron mas de siete kilómetros de muralla, el perímetro más extenso de la Europa medieval. En ellas se intercalaron según Miguel Ángel Tabales hasta 166 torreones, con 13 puertas y 6 postigos. La mayor parte de estas murallas fueron derribadas, sobre todo en el siglo XIX, cuando imperó una mentalidad que vinculaba la modernidad con la demolición de la vieja cerca medieval. Afortunadamente, algunos fragmentos han llegado hasta nuestros días, destacando entre ellos el lienzo de alrededor de medio kilómetro que se conoce como Murallas de la Macarena. En sus extremos se conservan también, aunque muy modificadas, dos de las puertas históricas de la ciudad, la de Córdoba y el Arco de la Macarena.

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