Dentro de las obras de remodelación urbana de este sector de la ciudad, acometidas a principios del siglo XX, se construyó esta muralla o cerca para separar los jardines del Alcázar del Paseo de Catalina de Ribera y de los Jardines de Murillo. Tiene casi 400 metros de largo y está hecho dentro del estilo historicista tan del gusto en la época. De hecho, se trata de una muralla almenada, a pesar de que no tiene ninguna finalidad defensiva.
También historicistas y con cierta monumentalidad son las dos portadas que se ubican a ambos extremos del Paseo, que sirven hoy como accesos auxiliares a los jardines del Alcázar.