El edificio de la Farmacia Aurelio Murillo, actual farmacia de Santa Ana, es uno de los más emblemáticos del Altozano de Triana. Fue construido entre 1912 y 1914 por el arquitecto José Espiau y Muñoz y es una de las joyas del arte regionalista en el barrio. De su autor hemos hablado en otras ocasiones, ya que entre sus obras se encuentran algunas de las más icónicas del siglo XX en Sevilla, como el Hotel Alfonso XIII en la Puerta de Jerez, o el magnífico edificio de La Adriática, en la avenida de la Constitución.
En concreto, la fachada de la farmacia muestra un hermoso estilo neomudéjar. Está hecha de ladrillo visto y las ventanas y balcones tienen forma de arco de medio punto lobulados, enmarcadas por alfices que combinan la decoración cerámica con los relieves en yesería.
Afortunadamente, el interior de la farmacia ha conservado en su mayor parte su aspecto original. Especialmente destacados son sus paneles de azulejos, realizados por cerámica Montalbán siguiendo el diseño de Francisco Murillo y Manuel Vigil-Escalera.
También se ha conservado magníficamente el mobiliario y el llamado botamen, la colección de recipientes farmacéuticos, que cuenta con alrededor de 200 piezas.
Es uno de los edificios más interesantes de los que rodean esta hermosa plaza trianera. Y es que el Altozano ha sido de alguna manera el centro neurálgico de la vida del barrio a lo largo de su historia. La principal razón es obvia: es la plaza a la que llega el puente más antiguo que une Triana con Sevilla.
Además, antes de que se construyera el actual hacia 1850, también llegaba a este mismo punto el famoso Puente de Barcas, dispuesto por primera vez para unir ambas riveras por los musulmanes hacia el siglo XII. Estaba formado por una serie de en torno a diez embarcaciones, amarradas entre sí, sobre las que se disponía una plataforma de madera que permitía cruzar el río. Esta inestable solución fue la única conexión fija entre Sevilla y su arrabal trianero durante más de siete siglos.
Además, también desde época islámica se asentó junto a esta explanada una fortificación para la defensa de la ciudad, que sería conocido como Castillo de San Jorge tras la conquista cristiana de la ciudad. Se ubicaba en el lugar que hoy ocupa el Marcado de Triana y tuvo la particularidad de servir como sede de la Inquisición en Sevilla, por lo que sabemos que allí fueron encarcelados y torturados muchos de los acusados por esta institución.
Pero el aspecto actual del Altozano se corresponde sobre todo a las reformas acometidas en las primeras décadas del siglo XX, cuando se acomete su ensanche para permitir el giro del tranvía desde el puente hacia la calle San Jorge.
Es en esta época cuando se construyen los hermosos edificios regionalistas que rodean el espacio. El más icónico y reconocible de ellos es la famosa Capilla del Carmen, construida entre 1924 y 1929 siguiendo el proyecto de Aníbal González, el mejor arquitecto de este estilo y también probablemente el mejor del siglo XX en Sevilla.
Otro gran arquitecto regionalista que dejó su huella en el Altozano es José Gómez Millán. Él diseñó hacia 1927 el magnífico edificio que hace chaflán entre las calles San Jacinto y San Jorge, reconocible por sus característicos balcones acristalados. Y en el otro extremo de la plaza, ocupando el número 5, se puede citar el gran edificio con fachada de ladrillo visto que diseñó Jesús Yanguas Santafé. Originalmente sirvió de sede a la primera central telefónica que hubo en Triana y en la actualidad acoge en sus bajo el bar Akela.
En definitiva, entre los innumerables atractivos de Triana, está también el de reunir una magnífica colección de edificios de estilo regionalista, que embellecieron de manera notable las vías principales del barrio a principios del siglo XX. Y como hemos contado, podemos ver una buena muestra de ellos nada más cruzar el puente, adentrándonos en esa plaza repleta de historia de Sevilla que es el Altozano.
1h 30 m aprox.
10 € por persona