El Patio de las Doncellas es el centro del Palacio de Pedro I en el Alcázar de Sevilla. Este palacio fue construido a mediados del siglo XIV, sustituyendo a construcciones anteriores musulmanas y supone probablemente el ejemplo más destacado de toda la arquitectura civil del mudéjar.
En torno a este patio se articulan los espacios con una finalidad pública, mientras que en torno al pequeño Patio de las Muñecas se disponen las estancias palaciegas con un carácter más privado.
A la obra original del siglo XIV se corresponde el piso bajo, mientras que la galería superior responde a las reformas acometidas en el siglo XVI en estilo renacentista.
Este magnífico patio se halla rodeado por una galería de arcos polilobulados, adoptando una de las formas decorativas más características del arte almohade. Los arcos centrales de cada lado son de mayor tamaño, con lo que se resaltan los ejes principales del patio. Todos descansan sobre preciosas columnas de mármol en estilo corintio, traídas de Génova durante el Renacimiento en sustitución de los pilares de ladrillo originales.
La decoración está hecha a base de estuco, siguiendo el patrón con forma de diamante, comparable en estilo y calidad a obras semejantes de Córdoba o Granada. Entre los motivos ornamentales vemos algunos tan característicos como la concha, símbolo de fertilidad, o la mano de Fátima, que simboliza la protección. Todos ellos enmarcados en una rica composición de motivos geométricos y vegetales.
En la parte superior, se puede apreciar un friso con caracteres árabes, en el que se puede leer repetido el lema de los reyes de Granada, “no hay más vencedor que Allah”. Este friso incluye también motivos heráldicos cristianos, como los escudos de Castilla y León, el imperial de Carlos V o las dos columnas con el lema “Plus ultra”.
La parte central está recorrida por una alberca alargada, rodeada por jardines deprimidos. Este tipo de patio permitía que cuando los árboles florecen o dan frutos, estos quedan justo a la altura de las personas que caminan alrededor de él. Se trata de una característica frecuente en los jardines islámicos, que de alguna manera rememoran el Paraíso descrito en el Corán.
Como ya hemos mencionado, durante el siglo XVI este espacio experimenta importantes modificaciones, sobre todo en relación con un importante evento que tuvo lugar en el Alcázar en 1526: la boda de Carlos V e Isabel de Portugal. Para la ocasión, el patio fue completamente cubierto con baldosas de mármol y así permaneció durante siglos, hasta el año 2005, en el que, tras una excavación arqueológica, se decidió recuperar la fisonomía mudéjar original.