Omnium Sanctorum es una de las iglesias más antiguas de Sevilla, ya que fue fundada poco después de la conquista cristiana de la ciudad en 1248. Sin embargo, se vio muy afectada por el gran terremoto de 1356, por lo que tuvo que ser levantada de nuevo en gran parte, quedando de la obra original solo la fachada principal hacia la calle Feria. Esto ha hecho que se la clasifique dentro del llamado “grupo de iglesias de 1356”, junto con San Andrés y San Esteban, todas ellas con profundas reconstrucciones costeadas por Pedro I.
Está construida en estilo gótico mudéjar, tiene planta rectangular con una cabecera poligonal muy marcada y cuenta con tres naves, separadas por arcos apuntados que apoyan sobre pilastras cruciformes. El ábside se halla cubierto por bóvedas de nervadura góticas, mientras que el resto de la iglesia cuenta con cubiertas de madera, que siguen el estilo mudéjar, aunque están construidas en el siglo XX, dentro de la profunda reconstrucción que se acometió tras el incendio de la iglesia en 1936.
Cuenta con una magnífica torre a los pies cuya datación ha generado diversas interpretaciones. Hay autores que señalan que sería parte de la obra original del siglo XIII, aunque la opción más probable es que se construyera ya en el siglo XV, con un último cuerpo añadido en el XVII. Lo que parece totalmente descartado es que fuera un antiguo alminar reaprovechado como campanario, ya que, a pesar de la creencia popular de que las iglesias mudéjares sevillanas se asientan sobre antiguas mezquitas, lo cierto es que las distintas excavaciones arqueológicas han ido demostrando que se trata de templos construidos ya en época cristiana.
Lo que sí es cierto es que hace uso de recursos presentes en el arte almohade, como la característica decoración con paños de sebka a cada uno de los lados, siguiendo el modelo de la Giralda, repetido también en otras torres cercanas, como las de San Marcos o Santa Marina.
A la izquierda de la portada principal se sitúa una cruz de forja conocida como “Cruz del Garfio” o “de los Carboneros”. Proviene de la cercana calle Peris Mencheta y al parecer contaba con un gancho en el que se colocaba una romana o balanza donde los vendedores de carbón pesaban su mercancía.
A la derecha encontramos un retablo cerámico de Antonio Kierman realizado en 1929 que representa a la Virgen de Todos los Santos, obra de Roque Balduque del siglo XVI que es la titular del templo, cuyo altar mayor preside bajo un templete neobarroco ubicado en el centro del ábside gótico.