El edificio de la Real Fábrica de Tabacos es en la actualidad la sede central de la Universidad de Sevilla, donde se ubica su Rectorado y algunas de sus facultades.
Se trata de una enorme construcción de planta rectangular, de 185 por 147 metros de lado, constituyendo una de las principales edificaciones de carácter industrial que se realizaron en toda Europa durante el siglo XVIII. Fue, además, el segundo edificio más grande de España en su época, sólo por detrás de El Escorial.
Hacia 1620 se había fundado en Sevilla la primera fábrica de tabacos del mundo, que se encontraba frente a la iglesia de San Pedro, en la zona de la actual plaza del Cristo de Burgos. Era propiedad de la Corona y con ella se centralizaba la producción de tabaco que se hallaba hasta entonces dispersa en numerosos talleres por la ciudad.
Con el auge en el consumo y exportación del tabaco, las instalaciones de la antigua fábrica quedan claramente insuficientes y se decide la construcción de un nuevo edificio, dentro de la idea general llegada con la Ilustración de impulsar en cierta medida la industria mediante el establecimiento de grandes centros de manufactura bajo el patrocinio real.
En el caso de Sevilla, se proyectó un edificio colosal, en cuyo diseño y construcción intervinieron sucesivamente varios arquitectos, ya que sus obras se prolongaron durante varias décadas desde 1728. Las trazas originales son de Ignacio Sala y posteriormente intervienen Diego Bordick y Sebastián Van der Borcht, a quien se debe principalmente la mayor marte de la obra.
La planta del edificio resultante sería la de un enorme rectángulo, con los ángulos algo resaltados con respecto al resto de la fachada, y con su espacio interior articulado a través de una serie de patios en torno a los cuales se van distribuyendo las distintas estancias. En su alzado hacia el exterior se recurre a formas claramente clásicas, que recuerdan a precedentes renacentistas de tipo herreriano, como la antigua Lonja en la propia Sevilla. A pesar de los enorme dimensiones, la disposición de las fachadas recuerda más a una construcción palaciega que a un edificio con una finalidad fabril.
Al conjunto se sumaban dos pequeñas construcciones en cada uno de los extremos de la fachada principal, que servían como capilla y como cárcel propia, y estaba rodeado por un enorme foso en tres de sus lados, con el que se intentaba evitar que se pudiera sacar tabaco de contrabando de la fábrica.
La portada principal, que da hacia la calle San Fernando, responde en sus trazas al diseño de Van der Borcht, mientras que su decoración escultórica corrió a cargo de Cayetano de Acosta. Este escultor portugués es uno de los grandes maestros del barroco en Sevilla durante el siglo XVIII, especializado sobre todo en la realización de retablos, como muestran los extraordinarios ejemplos de El Salvador, Santa Rosalía o San Luis de los Franceses.
En torno a la puerta principal se colocaron una serie de relieves alusivos a la conquista de América como precedente histórico indispensable para el desarrollo en Sevilla de la industria tabaquera. De esta forma, en cada una de las jambas aparecen representados los molinos que se utilizaban para triturar la hoja del tabaco, y dos indios, uno con arco y flechas y el otro fumando en pipa. En la arquivolta pueden verse dos naves y los bustos de Cortés a la izquierda y de Colón a la derecha. Sobre la clave, una enorme moldura de roleos y decoración vegetal enmarca el rótulo “FÁBRICA REAL DE TABACOS”.
En el siguiente cuerpo se abre un balcón sobre el que se lee la inscripción “DEL REYNADO DE FERNANDO VI. AÑO MDCCLVII” (1757) y, ocupando casi todo el frontón triangular de la portada, un enorme escudo con las armas reales.
Remata todo el conjunto el que probablemente es el elemento más reconocible de la fachada: una escultura de la “Fama”, obra del propio Cayetano de Acosta. La representa airosa, posada sobre una nube, con unas hermosas alas de cobre abiertas y tocando una trompeta, también de cobre.
En general, en la mitología clásica, la “Fama” era la diosa responsable de la expansión de los hechos y los rumores, causante en muchos casos de disputas y malentendidos. De hecho, normalmente se la ha representado artísticamente portando dos trompetas, la de la verdad y la de la mentira, como símbolo de que expandía las informaciones sin importarle que fueran ciertas o no.
En el caso de la “Fama” de Acosta, porta una sola trompeta, ya que en este caso tiene más bien un sentido de celebridad. De alguna manera, vendría a simbolizar el prestigio y la reputación histórica de la Monarquía española, bajo cuya autoridad se realiza el enorme edificio de la Fábrica de Tabacos.
En cualquier caso, es un bello colofón para una excepcional portada barroca, hasta el punto de que la Universidad de Sevilla, que ocupa el edificio desde 1954, la incluyó en su logotipo y desde entonces es su emblema más reconocible.