Portada del Perdón de la catedral de Sevilla

LA EXPULSIÓN DE LOS MERCADERES DEL TEMPLO

La Puerta del Perdón de la catedral de Sevilla y su entorno constituyen un enclave de gran valor artístico y estético en el que es posible leer sobre algunos de los episodios más significativos de la historia de la ciudad.

Para empezar, hay que señalar que se trata de la entrada principal a la mezquita aljama sobre la que se asentó la catedral cristiana. La nueva construcción de los siglos XV y XVI es un grandioso edificio gótico en su concepción general, pero conserva algunos de los elementos de su predecesora. Entre otros, coinciden el espacio ocupado en la actualidad por el Patio de los Naranjos con el antiguo patio de abluciones de la mezquita, conservándose también su principal entrada en la Puerta del Perdón. 

Se trata de un gran arco de herradura almohade enmarcado en su mitad superior por una decoración de yeserías que sigue modelos arabescos, pero que está realizada ya en el siglo XVI. Lo que sí se ha conservado de la obra original son las dos magníficas hojas revestidas en bronce de la puerta, que cuentan con una profusa decoración de motivos geométricos, lacerías, atauriques y escritura cúfica con versículos de las suras 15 y 24 del Corán. Destacan por su belleza los dos grandes aldabones, espléndidas muestras de la maestría alcanzada en la Sevilla musulmana para el trabajo del bronce.

En el siglo XVI, el Cabildo de la catedral decide reformar la puerta dotándola de un nuevo sentido iconográfico. Para ello se encarga su decoración al escultor de origen francés Miguel Perrin, que ya había trabajado con buenos resultados en la realización de 16 figuras para el nuevo cimborrio, levantado tras el hundimiento del primitivo en 1511. En la puerta que nos ocupa, realiza entre 1519 y 1522 un programa escultórico en barro cocido, situando a ambos lados dos monumentales figuras de San Pedro y San Pablo, de unos 2’5 metros de altura. Más elevadas y a una escala menor, sitúa una Anunciación, con el Ángel a un lado de la puerta y la Virgen al otro. Sobre el vano de entrada se sitúa por encargo del Cabildo el relieve que representa La Expulsión de los mercaderes del Templo. 

El lenguaje artístico propio de Perrin es ya claramente renacentista. En este relieve podemos apreciarlo en elementos como el naturalismo de las figuras, el cuidado de sus proporciones y el hecho de que ubique la escena en un espacio tridimensional, preocupándose por los efectos de perspectiva y dejando ver al fondo formas arquitectónicas claramente clásicas. El autor se muestra con gran maestría en esta obra, como uno de los primeros y más completos introductores del Renacimiento artístico en Sevilla. Así se puede constatar si nos acercamos a las cercanas puertas de Palos y de Campanillas, en la Plaza Virgen de los Reyes, para cuyos tímpanos realizó las escenas de la Adoración de los Magos y la Entrada en Jerusalén respectivamente, además de las esculturas de ángeles y profetas que las enmarcan.

Las escenas a representar en relieve venían determinadas lógicamente por el Cabildo de la catedral. En el caso de la Puerta del Perdón, se representa un pasaje de Jesús en el Templo de Jerusalén que recogen los cuatro evangelios. Mateo, por ejemplo, lo narra así:

Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en él, y trastornó las mesas de los cambiadores y las sillas de los que vendían palomas; Y les dice: Escrito está: Mi casa será llamada casa de oración; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. (Mt. 21, 12-13)

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Parece claro que los canónigos querían enviar un rotundo mensaje con la elección del tema, recordando este pasaje en concreto a los comerciantes que hacían sus tratos en espacios anexos a la catedral. 

Hay que señalar que el entorno de la puerta del Perdón constituía un espacio en el que tradicionalmente se había concentrado la actividad comercial en la ciudad. Ya en época islámica, se situaba justo enfrente la llamada Alcaicería de la Seda, a ambos lados de la actual calle Hernando Colón, un área comercial especializada en productos de lujo como telas, piezas de orfebrería o perfumes. Se seguía así con la costumbre musulmana de situar los principales focos de comercio junto a las mezquitas aljamas. Esa actividad siguió siendo predominante en la zona tras la llegada de los cristianos y aún hoy podemos ver el rastro de antiguos comercios abiertos hacia la calle Alemanes, en los espacios porticados que se abren en los bajos de varias de sus viviendas.

Pero la presencia de tratantes en el entorno de la catedral se disparó sobre todo a raíz del descubrimiento de América y de que la Corona decidiera centralizar en Sevilla todo el comercio con el Nuevo Mundo. De esta forma, las gradas de la catedral se convirtieron en el escaparate en el que se vendían y compraban todo tipo de mercancías. Existen relatos que nos hablan de lo bullicioso del lugar y de cómo se llenaba de puestos y tenderetes, constituyendo probablemente el espacio más concurrido y de más actividad de la ciudad.

Entre los numerosos productos objeto de comercio en la zona estaban también los esclavos. Las gradas de la catedral eran el escenario principal del comercio de seres humanos en la ciudad, provenientes sobre todo de África, tanto del área del Magreb como del sur del Sáhara. Existe numerosa documentación que nos habla de la importancia creciente del comercio esclavista en la Sevilla del siglo XVI, empujado por el despegue económico que trajo el estatus de Puerto de Indias. Aunque la trata de seres humanos era una actividad común y generalmente aceptada en la Europa del momento, la esclavitud no deja de constituir uno de los aspectos más tristes en la historia de la ciudad.

Justo enfrente de la Puerta del Perdón encontramos un detalle que permite recordar este pasado. En el collarino de una de las columnas de los soportales puede leerse ARIAS CORREA LABRÓ ESTA SU CASA AÑO DE 1591. Sabemos de este personaje que fue un importante comerciante de esclavos que decidió levantar su vivienda junto al lugar en el que se desarrollaba su negocio.

A pesar del claro mensaje lanzado con el relieve de La expulsión del que venimos hablando, parece que los miembros del Cabildo no consiguieron acabar con el problema y son constantes las quejas presentadas a lo largo del siglo. Incluso llegan a señalar cómo los comerciantes no dudan en cerrar sus tratos en el interior de la catedral los días de lluvia.

Consciente del problema de falta de espacios adecuados en la ciudad para el desarrollo de los intercambios comerciales a gran escala, Felipe II ordenó la construcción de una Lonja en 1584, el magnífico edificio renacentista proyectado por Juan de Herrera que es la actual sede del Archivo de Indias.

Su finalización en 1598 aliviaría notablemente la presión comercial en el entorno de la catedral, pero las inmediaciones de la Puerta del Perdón siguieron siendo un espacio muy transitado con una intensa ocupación por pequeños negocios. De hecho, existen grabados y pinturas que muestran estos tenderetes y puestos de una forma hermosa y romántica, en época tan tardía como el siglo XIX.

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