PALACIO ARZOBISPAL

El Palacio Arzobispal de Sevilla se levanta sobre los terrenos que ha ocupado la residencia del obispo desde la conquista cristiana de la ciudad en el siglo XIII. Sin embargo, del primitivo palacio no ha llegado nada hasta la actualidad y los restos más antiguos conservados son del siglo XVI. 

De la primera mitad de este siglo se conservan elementos de la capilla, como la techumbre de madera y el friso de azulejos, además de una galería con columnas de mármol datada hacia 1530.

Sin embargo, se puede considerar que la configuración del palacio tal y como ha llegado hasta nosotros se corresponde con la reedificación acometida bajo la dirección de Vedmondo Resta entre finales del siglo XVI y el siglo XVII. Fue entonces cuando se configuró la distribución de las distintas salas y estancias en torno a dos patios principales.

La magnífica portada barroca que da hacia la Plaza Virgen de los Reyes fue labrada por Lorenzo Fernández de Iglesias en torno a 1704. Destaca por su gran dinamismo y riqueza decorativa, constituyendo uno de los mejores ejemplos de este estilo en Sevilla. 

En el patio principal se ubica una fuente presidida por una escultura representando a ‘Hércules con el León de Nemea’. En el mismo patio, una hermosa portada barroca datada en 1666 da acceso al Archivo Arzobispal, que alberga unos valiosos fondos documentales.

Desde el punto de vista artístico, las estancias más interesantes se ubican en la planta alta en torno al segundo patio. A ellas se accede por una escalera monumental, de un solo tiro y con tres tramos, que se halla coronada por una cúpula con el escudo del arzobispo Antonio Paino. La decoración pictórica de la escalera corrió a cargo de Juan de Espinal, con la excepción de las pinturas de las pechinas y las áreas semicirculares, que fueron elaboradas ya en el siglo XX.

El salón principal del palacio se cubre con un techo compartimentado en sesenta recuadros con una serie de pinturas del Antiguo Testamento entremezcladas con emblemas y escudos. Fueron realizadas a principios del siglo XVII por dos autores que no han sido identificados. En su conjunto, conforman un mensaje moralizante, sobre los valores y virtudes que deben poseer los prelados.

Además de las pinturas del techo, en el salón se expone una interesantísima colección de pinturas de diversos autores. Encontramos, por ejemplo, un apostolado atribuido a Sebastián Llanos Valdés, una serie de dieciséis pinturas de tema bíblico de Juan de Zamora y otras diez sobre la Pasión de Cristo de Juan de Espinal. A ellas hay que sumar una serie de pinturas de santos del taller de Zurbarán, una obra de Murillo representando a ‘La Virgen entregando el Rosario a Santo Domingo’ y un ‘San Juan Bautista degollado’ de Mattia Pretti.

También de gran valor son las obras de la llamada Galería del Prelado, presidida por una de las obras más antiguas del Palacio, una Inmaculada de finales del XVI de Cristóbal Gómez. Junto a ella, se exponen una serie de pinturas de talleres venecianos y copias de varios autores italianos fechadas en torno a 1600. Representan alegorías de los elementos y las estaciones, además de episodios de la historia de Noé.

Merece también mención por su valor histórico la colección de retratos de arzobispos sevillanos, con la representación de más de setenta arzobispos desde el siglo XVII hasta la actualidad.

En otras dependencias menores se distribuye una larga colección de pintura sevillana, con obras de autores como Herrera el Viejo, Juan de Espinal, Francisco Pacheco o Murillo. Se entremezclan con obras de varios autores extranjeros, como los holandeses Abraham Willaert o Carel Van Savoy, que realizaron una serie sobre la vida de David. 

La capilla mayor del palacio esta presidida por un retablo mayor del siglo XVIII realizado por el gran escultor de origen portugués Cayetano de Acosta. Lo preside una bellísima imagen de la Inmaculada realizada por el mismo autor, que llevó a cabo también los cuatro retablos laterales de la capilla, dedicados a San Pedro, San Pablo, San Juan Bautista y San Juan Evangelista.

Además de la capilla mayor, el palacio cuenta con un oratorio diseñado por Pedro Sánchez Falconete a mediados del XVII. En él destacan sobre todo la bóveda, decorada con yeserías atribuidas a Pedro de Borja.

CASA PALACIO DE LA CALLE GUZMÁN EL BUENO 4

Estamos ante una casa palacio del siglo XVI, de la que no conocemos documentalmente su origen. Sin embargo, está claro que ha sido objeto de sucesivas reformas a lo largo de los siglos posteriores, principalmente en el XVII y en el XIX, tal y como queda reflejado en la inscripción del dintel sobre la puerta principal: 1560, 1654 y 1856.

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La fachada principal ha conservado una hermosa portada renacentista del siglo XVI, enmarcada por columnas jónicas con decoración vegetal en los fustes. Sostienen un dintel sobre el que aparecen una serie de ménsulas que sostienen a su vez el balcón central.

En el interior, se reproduce fielmente el modelo de casa sevillana, con las estancias repartidas en torno a un patio porticado en sus cuatro lados. En el piso de abajo los arcos son de medio punto y asientan sobre columnas de mármol con capiteles de moñas o castañuelas. Los arcos tienen la clásica decoración plateresca sevillana, con vegetación y ‘candelieri’. Entre ellos, una serie de pilastras sostienen un friso corrido, todo con el mismo motivo decorativo.

CASA DEL REY MORO

La Casa del Rey Moro es una construcción datada en el siglo XV, lo que la hace una de las viviendas más antiguas de entre las que podemos encontrar en Sevilla. En la actualidad es la sede de la Fundación Blas Infante.

No se conoce prácticamente nada de la historia de esta casa, por lo que no sabemos de donde procede el apelativo con el que es conocida. El investigador Celestino López Martínez apuntó en su día a que podría hacer referencia al 'Rey de Niebla y del Algarve D. Abenmafor, a mediados del siglo XIII'. Sin embargo, no se encuentra ningún resto en la vivienda anterior al siglo XV, por lo que la hipótesis más extendida hoy es que la decoración mudéjar, 'arabesca', de la casa hiciera que los vecinos la empezaran a identificar espontáneamente como Casa del Moro.

La vivienda tiene una planta rectangular, con una fachada principal a la calle Sol y otra lateral por la que se accedía originalmente al huerto. Las estancias se distribuyen en torno a un patio, que es el espacio mejor conservado y de mayor interés. Está porticado en dos de sus lados en la planta baja y en tres en la alta. Los arcos son de ladrillo visto, peraltados en la planta baja y rebajados en la alta, y asientan sobre pilares de ladrillo. Cabe resaltar que originalmente la mayoría de las casas de tradición mudéjar en Sevilla solían usar este tipo de pilares, pero son muy pocos los que han llegado a nuestros días. Esto se debe a que, con la llegada a la ciudad del gusto renacentista, la mayoría de estos pilares de ladrillo fueron sustituidos por columnas de mármol, muchas veces traídas directamente de Italia. Además, los pilares de esta casa son especialmente interesantes porque adoptan una gran variedad de secciones, incluyendo en la planta superior algunos de tipo 'salomónico', con el cuerpo retorcido en espiral.

CASA DE SANTA TERESA

Esta casa palacio de la calle Zaragoza es conocida como Casa de Santa Teresa porque en ella se asentó la primera fundación de carmelitas descalzas en la ciudad, de la mano de seis religiosas que acompañaron a Sevilla a la propia Santa Teresa. Su hermano, Lorenzo de Cepeda, compró la casa para ellas en 1576 y se ha conservado una carta de Santa Teresa al clérigo García Álvarez en la que la describe con grandes elogios:

'Dice el teniente que no hay mejor casa en Sevilla ni mejor puesto. Paréceme no se ha de sentir el calor en ella. Ahora todos están en el patio, que en una sala se dice misa hasta hacer la iglesia, y ven toda la casa, que en el patio de más adentro hay buenos aposentos. El huerto es muy gracioso, las vistas extremadas'.

Allí estarían las carmelitas unos diez años hasta que se trasladaron a un nuevo convento en el Barrio de Santa Cruz, el convento de San José o de las Teresas, que sigue activo como convento carmelita en la actualidad.

La casa original sufrió importantes modificaciones en 1882, cuando fue sometida a una profunda reforma para adaptarla al gusto imperante en la época. En 1924 fue comprada por Armando de Soto, que quiso devolverla en lo posible al aspecto original del siglo XVI, época en la que fue habitada por Santa Teresa. La reforma fue encargada al gran arquitecto del regionalismo sevillano Vicente Traver, que restituyó la fachada al aspecto original a partir de un dibujo que el cardenal Lluch, arzobispo de Sevilla, mandó hacer antes de la reforma de 1882. El arquitecto recuperó también en el interior todos los elementos que pudo de la casa primigenia. 

En su interior, se reproduce el esquema tradicional de la casa palacio sevillana, con un zaguán tras la entrada a través del que se accede a un patio porticado en torno al que se distribuye la vivienda. La escalera de acceso a las plantas superiores se ubica en uno de los ángulos del patio, siguiendo también en esto la tradición de las casas sevillanas.

CASA DE SALINAS

La Casa de Salinas es un ejemplo del tipo de casa palacio sevillana del siglo XVI, caracterizado por sintetizar las aportaciones del Renacimiento con la tradición gótico mudéjar de la ciudad. Fue mandada construir por Baltasar de Jaén y Roelas a partir de 1577. 

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Durante el siglo XIX, la Casa pasó por diversos usos. Según su web, llegó incluso a albergar una logia masónica, 'que cuando se fue dejó una extensa estela de rumores sobre prácticas de muerte y cadáveres enterrados en la casa y nadie quería vivir en ella. De estos rumores se pasó al convencimiento de que los masones habían dejado un tesoro escondido. El rumor fue tan fuerte que se pusieron a agujerear toda la casa. La búsqueda terminó cuando equivocadamente pincharon en una fosa séptica con desagradables consecuencias para todos los que estaban cavando en ese momento'.

A finales del siglo XIX la vivienda sería adquirida por Eduardo Ybarra, que acometería una profunda reforma a la que debemos en parte el aspecto actual. Se enriquecería con elementos como la azulejería de la Casa Mensaque de Triana, un mosaico de Baco proveniente de Itálica y datado en el siglo II, una escultura marmórea de la Virgen de los Remedios proveniente del antiguo Convento de los Remedios y una serie de vidrieras de la fábrica de Pickman para el comedor superior y el patio principal.

En 1930 la vivienda sería adquirida por Manuel Salinas de Malagamba y sería entoces cuando tomaría el apelativo actual de Casa de Salinas.

Arquitectónicamente, la casa se articula en torno a un patio de doble galería, con arcos de medio punto en la planta baja y carpaneles en la alta. Asientan sobre columnas de mármol y están enriquecidos con una profusa decoración 'a candelieri', muy característica del plateresco.

En la actualidad, la Casa de Salinas es de propiedad privada pero está abierta a la visita cultural y también se puede alquilar para la celebración de eventos.

CASA PILATOS

La Casa de Pilatos es uno de los ejemplos más destacados de arquitectura civil del siglo XVI en Andalucía, constituyendo una hermosa síntesis del arte renacentista italiano y el estilo mudéjar sevillano. 

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Su construcción se inició a finales del siglo XV por parte del Adelantado Mayor de Andalucía Pedro Enríquez y de su esposa, Catalina de Ribera, aunque el grueso de su obra se acometió en tiempos del hijo de ambos, Fadrique Enríquez de Ribera, primer marqués de Tarifa.

Este llevó a cabo una peregrinación a Tierra Santa en 1518, recorriendo gran parte de Italia tanto a su ida como a a su vuelta, hecho que marcaría en gran medida la fisonomía del palacio. Pudo admirar grandes obras del renacimiento italiano en ciudades como Venecia, Milán, Roma o Génova. En esta última ciudad encargaría al escultor Antonio María Aprile, la magnífica portada que constituye el acceso principal a su palacio. Está realizada en mármol blanco y reproduce la forma de un arco triunfal romano, con pilastras de orden corintio enmarcando un arco de medio punto. En las enjutas se sitúan dos medallones clásicos con las efigies de Julio César y Trajano, ambos muy vinculados a la ciudad. En el friso, entre los escudos de la familia, aparece una gran inscripción con caracteres de metal insertos en mármol, alusiva a la construcción del palacio y de esta portada. 

La fachada está rematada por una crestería de estilo gótico, que al parecer procede de un palacio anterior que la familia poseía en Bornos. En la parte central de esta balaustrada, se disponen tres pilares, cada uno de ellos con una cruz de Jerusalén y la inscripción “4 DÍAS DE AGOSTO DE 1519. ENTRÓ EN HIERUSALEM”, alusiva a la peregrinación de don Fadrique a Tierra Santa.

De esta peregrinación, que al parecer marcó profundamente al marqués de Tarifa, proviene con toda probabilidad el nombre de Casa de Pilatos con el que el palacio es conocido generalmente. Durante mucho tiempo existió la leyenda que el marqués había reproducido en su vivienda las trazas del palacio del pretorio romano Poncio Pilatos en Jerusalén y que de ahí vendría el nombre. De hecho, al pórtico que da hacia el exterior en el primer piso junto a esta fachada se lo menciona a veces como el balcón del “Ecce Homo”, ya que supuestamente reproduciría el espacio donde Jesús fue mostrado al pueblo en el célebre pasaje bíblico.

El más mínimo análisis formal y estilístico del palacio deja claro que esta teoría no es más que una leyenda. Lo que sí parece más probable es la relación del nombre popular del palacio con el famoso Vía Crucis que parte desde él y que llega hasta el templete de la Cruz del Campo, que todavía se conserva en la actual calle Luis Montoto.

Según la tradición, el marqués de Tarifa, en su peregrinación a Jerusalén, habría medido la distancia exacta que iba desde el palacio del pretorio donde fue juzgado Jesús hasta el monte del Calvario donde fue crucificado. Esta distancia coincidiría con la que hay entre la fachada del palacio y el mencionado templete. 

A esta circunstancia hace alusión la hornacina con una cruz que se encuentra a la izquierda de la portada principal, realizada ya en el siglo XVII con vistosos mármoles de distintos colores. Esta cruz marcaría la primera estación del citado vía crucis, tal y como puede leerse en las inscripciones que aparecen a los lados.

En el interior, el espacio del palacio se articula alrededor de una serie de patios y jardines, generando una planta muy compleja. 

La peculiar diversidad estilística de este espacio que reúne armónicamente elementos góticos, mudéjares, renacentistas y románticos, es producto de sucesivas intervenciones sobre un patio rectangular, con eje en la capilla y porticado únicamente en sus lados cortos, construido a fines del s. XV por Pedro Enríquez y Catalina de Ribera. Su hijo Fadrique, el peregrino a Jerusalén, inició su transformación renacentista: amplió sus dimensiones haciéndolo cuadriforme, abrió galerías en sus cuatro costados, sustituyó los pilares de ladrillo por columnas genovesas y colocó en su centro la fuente marmórea adquirida también en Génova. A Fadrique, le hereda, en 1539, su sobrino Per Afán, quien además de enriquecer sus esquinas con las cuatro piezas principales de su colección escultórica (véase nº 4), dispuso en su derredor una galería de bustos de personajes de la Antigüedad que, a modo de espejo histórico, reforzase la idea de continuidad entre la fundación de Roma y el nuevo imperio de Carlos V. Ya en el s. XIX, se introducen novedades al gusto romántico, como la apertura de un acceso en su centro, la sustitución del suelo de barro por mármol y la colocación de nuevos ajimeces pseudo-nazaritas.

El elemento central y más emblemático del palacio es el patio central. Tiene un marcado aire renacentista, a pesar de la profusa decoración mudéjar y de la presencia también de elementos góticos. Esto se debe a la profusa utilización del mármol en columnas y solerías, y a la espléndida colección de piezas romanas que se exhiben en el patio. Por ejemplo, en cada una de las esquinas se sitúan cuatro esculturas femeninas romanas, todas ellas originales de los siglos I y II. Representan a Pallas Pacifera, a Pallas como guerrera, a Copa Syrisca y a Faustina la Menor divinizada como Fortuna. En el centro del patio, una fuente de mármol con un busto de Jano Bifronte, original también del siglo I. Además, los muros del patio están recorridos por una serie de hornacinas en las que se expone una magnífica colección de bustos de emperadores originales, una de las mejores colecciones privadas que existen de esta materia.

Estas obras son solo una parte de la magnífica colección escultórica que puede admirarse en la visita al palacio. El  núcleo principal del conjunto fue conformado por Per Afán de Ribera, I Duque de Alcalá, principalmente con obras provenientes del virreinato de Nápoles, donde llegó incluso a financiar excavaciones. Las piezas se hayan expuestas por varias de las estancias del palacio y muchas de ellas junto al llamado Jardín Chico, uno de los dos preciosos espacios ajardinados que flanquean el palacio.

Las estancias interiores adoptan en general nombres relacionados con la mencionada identificación del palacio con la casa de Pilatos. De esta forma, tenemos el Salón del Pretorio, la Capilla de la Flagelación o el Gabinete de Pilatos.

El Salón del Pretorio, entre el patio principal y el Jardín Chico, conserva todos sus elementos originales del siglo XVI, incluyendo el magnífico artesonado de madera y la cubrición de azulejos de cuenca y arista de los muros.

La Capilla de la Flagelación, situada en un lado del patio principal, se considera la estancia más antigua del palacio, construida en un estilo gótico mudéjar. En su centro se ubica una columna, que la tradición identifica con la utilizada en la flagelación de Jesús y de ahí el nombre de la capilla. Sobre el altar se expone una escultura paleocristiana del siglo IV que representa a Jesús como el Buen Pastor. Quizás sea esta la imagen de Jesús más antigua de entre las que se pueden ver en Sevilla.

El Gabinete de Pilatos, situado bajo el torreón, cuenta con una planta cuadrada y una fuente octogonal en su centro, elementos que lo relacionan con las 'qubbas' de la arquitectura mudéjar. Está cubierta por un imponente artesonado adintelado de madera. Está hecho de lacería 'a calle y cuerda' compuesto por ruedas de diez lados que tienen como centro una estrella de diez puntas, formando una composición que alude simbólicamente a la bóveda celeste.

Por su parte, la planta alta fue mandada construir por Fadrique Enríquez de Ribera en el siglo XVI y se decoró con una serie de personajes ilustres de la Antigüedad y con una composición alegórica sobre el Triunfo de las Cuatro Estaciones. Con posterioridad, Francisco Pacheco, suegro de Velázquez, pintó los techos con una serie de temas mitológicos. En la actualidad, se exhiben en estos espacios una serie de piezas de la colección Medinaceli, que incluyen no solo mobiliario y tapices, sino también pinturas de autores de la talla de Goya, Lucas Jordán o Carreño Miranda.

En detalle: La portada renacentista de la Casa Pilatos

 

CASA DE OLEA

Estamos ante una casa palacio que fue erigida originalmente en el siglo XIV, pero que ha experimentado numerosas modificaciones a lo largo de su historia, especialmente en los siglos XVI, XVIII y XIX. A este último periodo corresponde la fachada principal, de estilo neoclásico. En la actualidad, sirve de sede al colegio San José de la Montaña.

En el interior, la casa se articula en torno a un patio porticado, con arcos peraltados con decoración plateresca, que descansan sobre columnas de mármol. En la esquina, como suele ser habitual en las casas palacio sevillanas, una espléndida escalera da acceso a la segunda planta.

De las estancias del palacio medieval se han conservado algunas, como la llamada 'habitación de las niñas' y un salón de planta cuadrada utilizado hoy como capilla. Allí se conservan los elementos de mayor valor artístico, como los zócalos de alicatado con ruelas de lazo, similares a los del Alcázar, o las hermosas yeserías con decoración de ataurique, inscripciones cúficas y veneras. La bóveda de madera ochavada que cubría originalmente el espacio se perdió y hoy en día cuenta con una cubierta contemporánea que reproduce la forma de la original.

Los pisos superiores son fruto de la reforma del siglo XIX y poseen salones decorados en estilo inglés.

CASA DE LOS PINELO

Espléndida casa palacio sevillana de comienzos del siglo XVI que mezcla en su estilo elementos góticos, mudéjares y renacentistas.

Debe su nombre a que fue erigida por la familia de los Pinelo, comerciantes de origen genovés. En 1524 sería donada por la familia al cabildo de la Catedral, que ostentaría su propiedad hasta el siglo XIX. Por entonces, fruto de la desamortización volvería a manos privados, pasando por diversos titulares y usos. En los años 60 del siglo XX fue adquirido por el Ayuntamiento, que acabó cediendo el inmueble a la Dirección General de Bellas Artes en 1972. Se inició entonces una profunda reforma dirigida por Rafael Manzano Martos. En la actualidad es sede de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría y la Real Academia Sevillana de Buenas Letras.

La fachada principal es bastante sencilla y en ella se pueden distinguir perfectamente los distintos pisos, con la planta baja levantada con sillares y el primer piso con ladrillo. En la planta superior se abre una galería mirador de arcos de medio punto sobre columnas de mármol, asentadas a su vez sobre una balaustrada de estilo gótico.

El interior del edificio se articula en torno a dos patios. El primero, más pequeño, hacía las funciones de apeadero y se encuentra porticado con arcos carpaneles sobre columnas de mármol. El segundo es un magnífico patio renacentista, también porticado, pero en esta ocasión con arcos de medio punto que asientan sobre columnas de castañuelas. Los arcos se hallan ricamente decorados con relieves platerescos. En las enjutas aparecen una serie de medallones con personajes de la época, entre los que se encuentran los propietarios originales del palacio. Los arcos del piso superior asientan igualmente sobre columnas de mármol y están decorados de forma similar, aunque en este caso son arcos rebajados.

Entre las estancias que rodean el patio se han conservado una buena parte de los artesonados de madera originales del siglo XVI. También es de destacar el hermoso jardín al fondo de la vivienda, muy reformado en la restauración de Manzano en los 70.