El actual templo de San Nicolás de Bari se levantó en el siglo XVIII en el lugar que ocupaba una iglesia anterior del siglo XVI, que a su vez sustituyó a una anterior medieval. La iglesia se ubica junto a lo que fue una de las entradas a la judería durante los siglos XIII y XIV. Se trata de un emplazamiento vinculado a numerosas tradiciones sin confirmación arqueológica. Se cuenta, por ejemplo, que en este mismo lugar se ubicó ya una iglesia visigoda y que incluso pudo pervivir como templo mozárabe durante el período islámico.
En cualquier caso, sabemos que la iglesia actual fue bendecida en 1758 y que buena parte de sus obras fueron costeadas por un mecenas del barrio, Juan de Castañeda.
Se trata de un templo de cinco naves, el único que encontramos en Sevilla con esta distribución con la excepción de la catedral.
Al exterior, cuenta con dos accesos. El principal, a los pies, está enmarcado por una sencilla portada en un estilo barroco de aire muy clásico. Dos pilastras de estilo toscano sostienen un frontón partido, en cuyo centro se ubica una hornacina con la imagen de San Nicolás , titular del templo. A ambos lados, los retablos cerámicos de los titulares de la Hermandad de la Candelaria son prácticamente los únicos motivos decorativos de la fachada.
En cuanto a la portada lateral, en el lado izquierdo, presente características muy similares a la principal pero a menor escala. En este caso, en la hornacina central podemos contemplar una imagen pétrea de la Virgen del Subterráneo, que se venera en el interior de la iglesia.
En el interior, las cinco naves se separan por arcos de medio punto que descansan sobre 18 columnas de mármol rojizo de origen genovés. Las naves se cubren con bóvedas de medio punto con arcos fajones y a los pies de la iglesia se ubica un coro alto, que conserva la sillería y dos órganos originales del siglo XVIII.
El retablo mayor es de estilo barroco, de mediados del siglo XVIII, atribuido a Felipe Fernández del Castillo. En él se venera, sobre el manifestador, la Virgen del Subterráneo. Se trata de una pequeña talla de autor anónimo y datada en el siglo XV, aunque reformada en diversas ocasiones, como durante el siglo XVIII, cuando se le añadieron la corona y la ráfaga de plata.
La tradición cuenta que esta imagen se encontró en una cueva bajo la iglesia al realizarse obras en ella hacia 1492. De esta circunstancia provendría su advocación como Virgen del Subterráneo. Comparte este apelativo con la Dolorosa de la Hermandad de la Cena, actualmente en la iglesia de los Terceros, ya que al parecer esta hermandad tuvo sede en esta parroquia durante el siglo XVI.
Siguiendo con el retablo mayor, en la hornacina central se ubica la imagen de San Nicolás de Bari, titular del templo, con San Pedro y San Pablo en las calles laterales. En el ático se abre otra hornacina, menor que la principal, con un Cristo en la Cruz. Remata el conjunto una gran corona real sobre un telón encolado, un elemento utilizado en el barroco tardío enfatizando la teatralidad. Las pinturas murales en el presbiterio son originales del XVIII y reproducen escenas de la vida del San Nicolás.
En el lado izquierdo de la iglesia se abre la Capilla Sacramental, que en un retablo neobarroco del siglo XX alberga las imágenes titulares de la Hermandad de la Candelaria. En el centro, nuestro Padre Jesús de la Salud, una obra de talla completa y tamaño algo menor al natural, atribuida a Francisco de Ocampo hacia 1615. A su derecha, la Virgen de la Candelaria, una imagen de vestir realizada por Manuel Galiano Delgado en 1924 y remodelada en 1967 por Antonio Dubé de Luque. A la izquierda, se ubica un San Juan de José Ruíz Escamilla de 1926.
En los muros de la Capilla se ubican algunos lienzos interesantes, como el que representa a la Virgen de Guadalupe, obra del pintor mexicano Juan Correa de 1704, o el de "San Carlos Borromeo dando la comunión a los apestados de Milán", obra de Juan de Espinal de 1750.
Volviendo a la nave, podemos observar como la práctica totalidad de los muros de la iglesia se halla cubierta por una serie de retablos, en su mayoría barrocos del siglo XVIII, que dan al templo una atmósfera de gran monumentalidad y exhuberancia decorativa.
En la cabecera de las naves de la izquierda se sitúan dos retablos del siglo XVIII dedicados a la Virgen del Patrocinio y a la Virgen de los Dolores o "del Camino", imagen que probablemente proviene de la antigua cofradía del "Ecce Homo", desaparecida en el siglo XVIII.
Al otro lado del presbiterio, en la cabecera de las naves de la derecha, se sitúan dos retablos datados también a mediados del XVIII. El primero de ellos está dedicado a San José, y lo preside una hermosa talla del santo realizada en 1678 por Francisco Ruiz Gijón, célebre por ser autor del Cristo de la Expiración, el "Cachorro" de Triana. En las pinturas murales junto al retablo encontramos dos pasajes de la vida de San José realizados por Pedro Tortorelo en 1760.
El otro retablo está dedicado a San Carlos Borromeo y en sus muros aledaños se pueden contemplar escenas con la vida del santo, realizadas por Vicente Alanís en 1760. El mismo autor pintó la bóveda con una representación de la Trinidad entre ángeles.