CASA GRANDE DEL CARMEN

Este enorme inmueble, que hoy ocupa el Conservatorio Superior de Música y la Escuela Superior de Arte Dramático, fue originalmente un convento carmelita fundado en 1358 y conocido como Casa Grande del Carmen. En el siglo XIX pasó a servir como cuartel y permaneció con ese uso hasta fechas relativamente recientes. Esto hace que su arquitectura sea compleja y difícil de analizar, con dos momentos constructivos principales: el siglo XVI y XVII, cuando se configuró como convento, y el siglo XIX, cuando se transformó en cuartel.

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Del antiguo convento queda la iglesia, de planta rectangular y con una cúpula sobre el presbiterio, aunque también quedó muy modificada en el siglo XIX. También se ha conservado la torre, datada en el siglo XVII, aunque desmochada. 

El claustro principal es original, de la transición del siglo XVI al XVII, de estilo tardo-renacentista o manierista. Se halla porticado en su planta inferior, con arcos de medio punto que asientan sobre pilares, decorados con pilastras toscanas. En la planta superior, la moldura de los ventanales se remata con un frontón partido de clara tradición manierista.

La fachada principal constituye la aportación artística más importante de la reforma decimonónica. Tiene un marcado carácter neoclásico, con una portada central diseñada según los modelos academicistas imperantes en la época, que determinan el remate del conjunto por un entablamento clásico con su característico frontón triangular.

CASA DE OLEA

Estamos ante una casa palacio que fue erigida originalmente en el siglo XIV, pero que ha experimentado numerosas modificaciones a lo largo de su historia, especialmente en los siglos XVI, XVIII y XIX. A este último periodo corresponde la fachada principal, de estilo neoclásico. En la actualidad, sirve de sede al colegio San José de la Montaña.

En el interior, la casa se articula en torno a un patio porticado, con arcos peraltados con decoración plateresca, que descansan sobre columnas de mármol. En la esquina, como suele ser habitual en las casas palacio sevillanas, una espléndida escalera da acceso a la segunda planta.

De las estancias del palacio medieval se han conservado algunas, como la llamada 'habitación de las niñas' y un salón de planta cuadrada utilizado hoy como capilla. Allí se conservan los elementos de mayor valor artístico, como los zócalos de alicatado con ruelas de lazo, similares a los del Alcázar, o las hermosas yeserías con decoración de ataurique, inscripciones cúficas y veneras. La bóveda de madera ochavada que cubría originalmente el espacio se perdió y hoy en día cuenta con una cubierta contemporánea que reproduce la forma de la original.

Los pisos superiores son fruto de la reforma del siglo XIX y poseen salones decorados en estilo inglés.

AYUNTAMIENTO DE SEVILLA

El ayuntamiento sevillano tiene su sede en un magnífico edificio del siglo XVI, que conserva en buena parte de su fachada las trazas del exquisito estilo renacentista plateresco en el que fue construido. 

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El edificio se levantó originalmente anexo al convento Casa Grande de San Francisco, que ocupó originalmente todo el área de Plaza Nueva y sus manzanas adyacentes. Las obras se iniciaron alrededor de 1527, coincidiendo con la estancia del emperador Carlos V en la ciudad para la celebración de su matrimonio con Isabel de Portugal. A lo largo del siglo, se sucedieron distintos arquitectos en la dirección de las obras, como Diego de Riaño, Juan Sánchez, Hernán Ruiz II o Benvenuto Tortello.

En el siglo XIX, a raíz de la desaparición del convento de San Francisco, el inmueble se ampliará notablemente. Fue entonces cuando se construyó la fachada neoclásica que da a Plaza Nueva, obra de Balbino Marrón (1861) y la  prolongación de la fachada hacia la plaza de San Francisco, dirigida por Demetrio de los Ríos (1868).

Hacia el exterior, destaca la exquisita decoración plateresca de la parte construida en el siglo XVI. Podemos ver un complejo programa iconográfico, lleno de personajes mitológicos y referencias a la antigüedad romana, mezcladas con los emblemas de Carlos V. De esta forma, se pretendía enaltecer el pasado de la ciudad, poniéndolo en relación con la glorificación de la figura del emperador. Se perseguía así consolidar a Sevilla como la ciudad más importante de ese gran imperio que se fue conformando durante el siglo XVI.

A ambos lados del arco que originalmente daba acceso al Convento de San Francisco vemos dos hornacinas con las figuras de Hércules y de Julio César. Ambos personajes son considerados como los fundadores mitológico e histórico de la ciudad. Las esculturas fueron añadidas en 1854 una de las profundas restauraciones acometidas en la fachada del edificio. Son obra de Vicente Hernández Couquet.

En detalle → Los "fundadores" de Sevilla en la fachada del Ayuntamiento

Jardín de las Delicias de Sevilla con el Pabellón de Argentina al fondo

JARDÍN DE LAS DELICIAS

El Jardín de las Delicias es uno de los jardines públicos más antiguos de Sevilla.  Fue llamado Jardín de las Delicias de Arjona, ya que se configuró durante el mandato del Asistente de Sevilla José Manuel de Arjona y Cubas, entre 1825 y 1835.

Se hicieron dentro del proceso de remodelación general de la margen oriental del río. Con el mismo objetivo se demolió la muralla que unía las torres del Oro y de la Plata cruzando el actual Paseo Colón, y se crearon los Jardines de Cristina frente al Palacio de San Telmo.

Desde su creación han experimentado diversas modificaciones. Artísticamente, la más significativa se produjo hacia 1864, cuando se trajeron una serie de esculturas italianas del siglo XVIII. Provenían del Palacio Arzobispal de Umbrete, que había sufrido un incendio en 1862. Algunas de ellas podemos verlas todavía en el jardín, pero en su mayor parte fueron sustituidas por réplicas en 2006, mientras que los originales fueron devueltos a Umbrete. Para la disposición de las esculturas en el palacio, el escultor de origen portugués Cayetano de Acosta elaboró una serie de pedestales que también podemos ver hoy en el Jardín.

El Jardín cobró un gran protagonismo a raíz de la celebración de la Exposición Iberoamericana de 1929, ya que pasó a ser uno de los espacios ajardinados en torno a los que se celebraba el evento. De hecho, perdió parte de sus dimensiones originales al disponerse los pabellones de Argentina y Guatemala al Norte y el de Marruecos al Sur, pabellones que afortunadamente han llegado hasta nuestros días.