Esta pequeña caseta de electricidad, con su estilo neobarroco, es el único resto que ha llegado hasta nuestros días del gran parque de atracciones que se construyó para la Exposición Iberoamericana de 1929. Ocupaba una extensión de casi 43.000 metros cuadrados entre las avenidas de la raza y de la Palmera y en su momento se consideró en calidad a la altura de los mejores del mundo. Desafortunadamente, a pesar de los planes iniciales en mantenerlo, el parque fue finalmente desmontado y vendido. Algunas partes de sus atracciones se conservan aún hoy en el histórico parque de atracciones del Monte Igueldo, en Bilbao.
